Constante vital

No siempre se sabe.

A veces creemos que debemos seguir «amando» sin la pasión del que ama de verdad. Esto último, no es cierto.

Si se ama, ha de ser de lleno, del todo, de locos.

Amar rompiendo barreras, amar rompiendo esquemas, amar rompiendo lo que sea que impida amar sin sentido.

Amar y armar tienen mucho en común, pues el que ama se debe armar de valor para superar, allanar, perdonar, olvidar, recuperar y sanar. Tener grietas en el alma, en la mente, en las manos. Tener grietas en los sueños, en los miedos, en los labios. Arrugas de la risa, del sueño, de la vida.

El amor es la única constante que permanece aún cuando las vitales desaparecen. El amor, todo lo puede, y si no lo puede, no es amor.

La pasión, y no la compasión, es elemento único e indispensable. El amor sin pasión es afecto. La pasión a veces se adormece, se retira a descansar hasta que el alma grita y dice «O vuelves a la vida, o no respondo de mis actos».

No le damos valor al alma, cuando es la única que valora a nuestra mente, cuando es quien mueve las mariposas en el estómago, cuando es quien cura las heridas, cuando es quien crea las agallas que faltan para seguir luchando.

El motor: el amor. El medio: el alma. La cómplice: la mente. La víctima: Tú.

Deja un comentario